La Incineradora de Zubieta-Gipuzkoa se plafinicó para quemar 200.000 toneladas de basura al año. Ya en 2016 hemos generado menos que esa cantidad, unas 15.000 toneladas, pero es que además podemos reducirlas hasta las 50.000 en un breve espacio de tiempo y de modo muy fácil.
Actualmente una de cada cuatro personas y familias de Gipuzkoa selecciona bien sus residuos, con tasas de reciclaje superiores al 70% y generando menos de 80 kg de rechazo-basura por persona y año. En 2016 la comarca de Debagoiena en conjunto seleccionó más del 80% reduciendo el residuo final a 80 kg; además, hay bastantes muni- cipios en Gipuzkoa que generan 50 kg o menos. La prioridad en Gipuzkoa es reducir las toneladas de rechazo final, que es el que mayor problema genera.
La primera clave de la solución consiste en que todos los municipios y todas las personas hagan una buena y correcta se- lección de sus residuos. La fórmula para conseguirlo es bien conocida en todo el mundo, como la conocemos en Gipuzkoa: la correcta selección de los residuos es responsabilidad de toda la ciudadanía y la administración proporciona los medios para que ello sea posible. Tras conseguir limitar el rechazo generado hasta los 80 o 50 kg, la fórmula para reducir aún más esa cantidad consiste en aplicar la Tarifa Justa, por la cual cada familia paga por las basuras en proporción a la cantidad generada. Junto con ello, se promocionan la reutilización de objetos y materiales, se exige a los fabricantes hacerse responsables de su correcto diseño, etc.
Gipuzkoa en su conjunto puede y debe conseguir reducir las basuras generadas a las cantidades citadas. Es inaceptable que mientras algunas personas y municipios generan 50 kg por habitante/año, otros continúen ge- nerando 250 kg o incluso 300 kg. No es lógico, y no es justo. Podemos y debemos reducir la basura generada al menos hasta los 80 kg generados en 2016 en Debagoiena, y lo debemos hacer ya en toda Gipuzkoa, reduciendo la cantidad total hasta las 50.000 toneladas.
Más del 70%
La segunda clave, el segundo paso, corresponde darlo a las administraciones públicas, poniendo a punto las infraestructuras necesarias para tratar correctamente las fracciones de residuos correctamente seleccionadas. Respetando con todo rigor la jerarquía en la gestión de los residuos, que prioriza por este orden: prevención, reutilización, reciclaje, valorización material y depósito final. Porque la materia no se elimina, se transforma.
El tratamiento de la fracción orgánica correctamente recogida no tiene hoy ningún secreto: se composta. Mejor cuanto más cerca se trate del punto de generación, porque el proceso resulta más sostenible y más barato. Las familias lo pueden hacer a modo individual (auto-compostaje) o agrupadas (compost colectivo), y las administraciones lo promocionan con bonificaciones en las tasas de recogida. Los municipios pequeños y medianos deben estudiar la forma de compostar sus residuos en colaboración con los agricultores locales. Y el resto de residuo orgánico se trata en grandes plantas de compostaje, a veces con biometanización previa. Gipuzkoa debe mejorar con urgencia las in- fraestructuras ya existentes para el tratamiento del orgánico y construir las que harán falta en breve plazo.
Tampoco hay secretos en el reciclaje de botellas y recipientes de vidrio. Se debe mejorar en el aspecto de su reu- tilización. Otro tanto ocurre con la fracción de cartón y papel, cuyos circuitos de reciclaje y comercialización están en marcha desde hace mucho tiempo.
En el caso de embalajes y otros recipientes (la fracción “amarilla”), actualmente van a vertederos o incineración por no haber sido correctamente seleccionados y recogidos; si esto se hace correctamente, gran cantidad de dicha fracción se aprovecha y recicla, a la vez que se obliga tanto a las compañías fabricantes como a las autoridades a mejorar su reciclaje: los productores deben responsabilizarse de su reciclaje, las autoridades deben obligarles a cambiar envases y productos de difícil o imposible reciclaje. Este es un aspecto de gran importancia, como se ha comprobado ya en los municipios y mancomunidades que hacen una correcta recogida selectiva.
A la ciudadanía, en fin, le preocupa qué se hará con la fracción rechazo, el residuo o basura final. La administración debe gestionar dos soluciones de modo simultáneo: 1) organizar el proceso para reducir el rechazo hasta las 50.000 toneladas; 2) organizar el tratamiento sin necesidad de incineración de los rechazos generados durante la transición desde las actuales 150.000 hasta los 50.000.
Al rechazo final se le da un Tratamiento Mecánico y Biológico (TMB) en una planta especializada. con el Trata- miento Mecánico a la masa de rechazo se le extraen los materiales aprovechables y reciclables, seleccionando co- rrectamente los restantes. El Tratamiento Biológico estabiliza todo lo que de orgánico contenga aún el rechazo. Decir TMB es decir un Tratamiento: hay diversas maneras de enfocar el diseño de una planta de TMB.
Durante la fase de transición será preciso tratar grandes cantidades de basura mezclada, pero a medida que Gipuzkoa se acerque a las 50.000 toneladas se trataran cantidades mucho menores y de una “pureza” mucho mayor, es decir, que contendrá mucha menos materia orgánica. La planta TMB que necesita Gipuzkoa debe diseñarse para tal fin. El gobierno de la Diputación Foral de Gipuzkoa durante la anterior legislatura presentó un proyecto de TMB muy ajustado a esta tran- sición, con su correspondiente cálculo económico: aquél proyecto debe ser presentado y debatido nuevamente.
GHKk tiene en su poder el proyecto alternativo de TMB, cuya construcción no costaría más que 70 millones de euros –muchos menos que los 212 millones que costará simplemente la construcción de la incineradora de Zubieta –. He ahí un documento básico que puede servir de arranque de cualquier debate o negociación.
Dicho proyecto plantea una infraestructura flexible, adecuada a la transición que proponemos: ofrece un buen tratamiento a las actuales 150.000 toneladas de rechazo, además de capacidad de compostar 20.000 toneladas de orgánico y clasificación de 13.000 toneladas de recipientes y embalajes, a la vez que ofrece la posibilidad –a medida que la recogida selectiva aumenta en Gipuzkoa– de reconducir algunos de los módulos desde el tratamiento de rechazo que deberán realizar inicialmente hacia el tratamiento de bioresiduo orgánico o recipientes/embalajes. Con una planta de TMB de este diseño, interesa mejorar progresivamente la recogida selectiva, y cuanto mejor es la recogida selectiva más barata resulta la gestión de los residuos.
Una vez aprovechado materialmente –extraídos recipientes de vidrios, metales, papel/cartón, etc.– y neutralizado cuanto tuviera de orgánico, las 50.000 toneladas que entraron en el proceso de TMB pueden quedar reducidas a menos de 25.000 toneladas inertizadas, que deberán ser depositadas en un vertedero preparado al efecto. A modo de comparación, la incineración de las actuales 150.000 toneladas de basura mezclada tal como pretenden sus promotores generará una vez quemadas –tras haber contaminado la atmósfera circundante y desperdiciado miles de toneladas de materiales perfectamente aprovechables– 50.000 toneladas entre cenizas y escorias tóxicas que de- berán ser depositados en vertederos. Una triste lección que están aprendiendo actualmente en Bizkaia.
Recapitulemos. La alternativa consiste en extender a la totalidad de Gipuzkoa los sistemas de recogida selectiva eficaces, en completar las infraestructuras necesarias para tratar los residuos bien seleccionados y tratar el residuo final restante. De esta manera, todos los residuos reciben su tratamiento correspondiente, cumplimentando de paso los criterios del Decreto Foral de “vertido 0 de residuos primarios” y en breve plazo, en menos tiempo del que se necesitará para terminar la proyectada Incineradora de Zubieta, pueden estar en marcha el sistema y las infraestruc- turas que encaminen la gestión de los residuos en Gipuzkoa.
¿Y a partir de ahí? La Unión Europea establece en su jerarquía y en los criterios acerca de la Economía circular cómo avan- zar en el aprovechamiento, reutilización, reciclaje y reducción de los residuos. Funcionan ya en Europa regiones tan grandes o más que Gipuzkoa (Treviso en Italia, etc.) con planes prácticos para reducir su basu- ra final de los actuales 50 kg por persona y año hasta los 10 kg en los próximos 8 años. Gipuzkoa, tan necesitada del escaso suelo y materias primas de que dispone, y tan contaminada en la actualidad, debe buscar la colaboración con las regiones pun- teras en el aprovechamiento y gestión de los residuos.